Ha vuelto a quedarse a las puertas de ganar un grande, esta 90ª edición del PGA Championship en Oakland Hills.
El español, segundo al final empatado con Ben Curtis, ha vuelto a encontrarse con Padraig Harrington (-3) en el camino (primer europeo que gana el PGA desde 1930), lo que sin duda confiere a la derrota un sabor aún más amargo, seguramente por esos viejos ‘encontronazos’ del jugador irlandés con el golf español y también, por supuesto, recordando Carnoustie 2007. Ahora hay dos espinas clavadas…
Pero el irlandés juega a día de hoy dentro de esa burbuja que Ben Hogan, entre otros, llamaba ‘the zone’, la zona, donde el jugador encuentra siempre el equilibrio cuando más lo necesita, la serenidad y el temple. Nada que objetar a su triunfo porque a día de hoy, con la rodilla izquierda de Tiger en el taller, es el mejor.
Sergio jugó unos primeros siete hoyos memorables. Bordando el golf. Ahí es donde volvió a crearse una opción clara de ganar un grande; jugando de tiralíneas en hoyo 1 (birdie), y el 2 (eagle)… Y el 3 y el 4 y el 5 (pares tirando putts para birdie, todos buenos salvo el del 4)… Y el hoyo 6 (birdie) y el 7 (otro putt bien templado que falla por centímetros para birdie).
Después, cuando se iba acercando la hora de la verdad, salvó situaciones muy complicadas con garra, metiendo buenos putts de par. Así hasta la llegada al hoyo 16. Bola en mitad de la calle y un lago entre el español y la bandera. Con un golpe de ventaja y como líder podía haber amarrado más y tirar a centro de green… Sergio fue a por bandera y la bola botó ganando la península del green a duras penas y se fue hacia atrás, al agua.
Otra vez el debate. ¿Eligió mal? Sin duda escogió el camino más arriesgado y falló con el hierro 6. Un dato: venía de pegar el mismo hierro en el hoyo anterior, en la calle del 15, y su bola había botado prácticamente dentro del hoyo, pegando en la bandera y marchándose dos metros a la izquierda. Viéndolo así, ¿no era normal que con el mismo palo y en el centro de la calle fuese a por la bandera con decisión? La amargura nos corroe, pero no vimos en ningún momento a un jugador apocado, indeciso, deshecho por la tensión del momento o preso de los nervios y la ansiedad. De ninguna manera.
No se trata de sucumbir o no a la presión, eso es seguro, auque no cabe duda de que a día de hoy nadie como Harrington para afrontar los segundos nueve de un ‘major’. Sergio, de hecho, salvó después el bogey en ese 16 con maestría y buenos golpes. Y el error de Harrington en ese mismo hoyo, fue casi peor: con Sergio en el agua se encogió y se marchó a un bunker. Eso sí, embocó un super-putt para par. ¿Presión? Pues ustedes me dirán: el irlandés pegó un golpazo en el par 3 del 17 y García contestó con uno aún mejor… Pero Harrington embocó y Sergio no. ¿Presión? Sergio, con la calle fallada en el hoyo 18 se sacó de la manga una gran madera desde el rough, a 210 metros de green y con el viento en contra, que terminó en un bunker de green por medio maldito metro…
¿Presión? Ocurrió que el irlandés fue mejor con un putter que aún debe estar echando humo. Sus putts en los hoyos del 16, 17 y 18 (para par, birdie y par) fueron de antología, porque de hecho Padraig se había equivocado y acertado lo mismo que Sergio en esos tres hoyos, pero no en los greenes. Ahí fue un campeonísimo a la altura del mejor Woods. Ocurrió que Harrington entregó un 66 en Oakland Hills… Pero es que en la tercera jornada, finalizada también el domingo por la mañana, había entregado otro 66.
El peregrinaje de Sergio por los ‘majors’, donde acumula una cantidad impresionante de top-ten y de puestos entre los tres primeros, está siendo largo y durísimo. Una áspera penitencia.
Pero su actitud en el campo volvió a enorgullecernos otra vez. Cuando no es una cosa es la otra, es cierto, y esta leyenda en torno a sus domingos de ‘majors’ cada vez pesará más… Sin duda es dañina. Pero Sergio, al margen de las cualidades que lo adornan como golfista, es fundamentalmente un buen tipo y, créannos, en horas bajas como las que seguro va a pasar en los próximos días, la humildad y la hombría de bien ayudan lo suyo. Para volver. Recomenzar. Volver, volver. Hasta que llegue el día. Dio lo mejor de sí y no acertó tanto como su rival. Falló el putt del 17 que le hubiera llevado al tee del 18 empatado.