El jugador de Barrika atesora tres puestos entre los diez primeros en sus cuatro participaciones en Augusta National
Jon Rahm (-10) se despide del Masters de Augusta con una vuelta final de 71 golpes. Acaba en el puesto séptimo. Es su tercer top ten en cuatro participaciones. Suma once rondas consecutivas sin jugar sobre par, diez de ellas ganando al campo. No hay duda de que el jugador de Barrika le tiene cogida la medida a Augusta. El siguiente paso es cogerle la medida a la Chaqueta Verde. Parece lo mismo, pero no lo es.
Rahm ya ha demostrado de manera sobrada con sus muchas victorias que cuando consigue mantenerse en su burbuja, concentrado, comprometido en cada golpe, sin mirar el resultado más allá de lo estrictamente necesario, es un jugador difícilmente batible. En esa poderosa burbuja ha estado en este Masters hasta el hoyo 8 del sábado. Dustin Johnson se estaba escapando en el marcador, había puesto mucha presión con su inicio y había subido los índices de ansiedad a todos los que iban a su alrededor, incluido Jon. Quizá, si hubiera metido el claro putt de birdie que se le escapó en el 7 justo antes, no habría intentado tirar a green con la madera… Quizá, si Dustin Johnson no hubiera estado destacado en el liderato no habría intentado tirar a green con la madera… Quizá, si no se hubiera salido de esa maravillosa burbuja en la que transitaba, no habría intentado tirar a green con la madera con una bola más baja que los pies y, encima, manchada por el barro…
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Todo esto es experiencia. No es fácil mantenerse en la burbuja los 72 hoyos en ningún torneo y Jon lo consigue muy a menudo, por eso prácticamente un torneo sí y otro también sale el domingo con opciones de victoria. La burbuja en un Masters es aún más difícil de mantener. Los factores externos y la ansiedad se multiplican. Es imposible tener bien sujetas siempre las emociones durante una semana en Augusta, pero sí se puede prolongar la burbuja el mayor tiempo posible. Y si se sale en un momento determinado, volver a entrar como quien se ata un zapato. Ese es el desafío. Obviamente, la única manera de aprender a hacerlo es con experiencia, viviendo estas situaciones, absorbiendo como una esponja lo que ha ocurrido y mejorando. Y en todo esto Jon es un número uno.
Ha dado la sensación de que Rahm ha estado atrancado desde ese hoyo 8 hasta el 12 de la última vuelta. Se ha dejado el alma, la sangre y la piel por volver a la pelear por el torneo en cada hoyo, por hacer birdies, por meter putts, por tratar de decirle a Dustin Johnson que el Masters no había terminado, pero realmente no ha conseguido jugar igual que los dos primeros días. Eso sólo ha sucedido a partir del hoyo 13, justo después de hacer doble bogey en el corazón del amen corner. Es como si Jon hubiera dejado de pensar en la victoria para volver a centrarse únicamente en cada golpe. Sólo él sabe exactamente lo que ha pasado. Pero eso es lo que ha parecido desde fuera. Desde ese hoyo 13 su parcial ha sido de cuatro bajo par y, lo que es más importante, su juego de tee a green y su putt han vuelto a fluir.
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Ha sido el Masters de la rabia. Rabia por no ganar. Rabia por tener la sensación de que se le ha escapado. Jon quiere la Chaqueta Verde sobre todas las cosas, pero sobre todo porque sabe que lo tiene todo para poder ganarla. El campo se le ajusta como un guante, le encanta la historia de este torneo y se siente casi como un niño rodeado de sus juguetes cuando está en Augusta. Es feliz en estas praderas y, además, este año venía jugando muy bien al golf, en un momento óptimo.
Jon sabía que había algo muy especial esta semana, su cumpleaños, los dos hoyos en uno en prácticas, una edición única del Masters, dos victorias en 2020 en el PGA Tour, su cuarta presencia en Augusta, sí, la cuarta, un número muy simbólico pues fue precisamente a la cuarta cuando Seve Ballesteros ganó su primera Chaqueta, el liderato después de dos rondas del Masters… Parecía que todo estaba encaminado a una victoria, pero sobre todo su golf. De ahí la rabia por no ganar y ese punto quizá de ansiedad por encima de lo necesario para triunfar en un Grande. Esa burbuja que se pinchaba en el hoyo 8 del sábado y a la que ya le costó un mundo regresar.
Cuando pasen unas horas, no crean que muchas, Jon habrá analizado ya todo lo que ha ocurrido esta semana, habrá sacado sus conclusiones, aprenderá lo que tenga que aprender y saldrá aún más preparado para el próximo asalto. Siguiente cita: abril de 2021. La Chaqueta Verde le está esperando.