Otaegui y aquellos calentones en Rabat

Otaegui y aquellos calentones en Rabat

Adrián Otaegui sigue cumpliendo etapas, sin prisa pero sin pausa, y cerrando pequeños ciclos que confirman su progresión e integración en la élite del golf. Este semana, de hecho, después de acabar en una más que digna 33ª posición en el Open de Francia, ha superado un escalón que quizá pueda pasar inadvertido, pero cuya carga simbólica (y también práctica) tiene una enorme importancia: cuando todavía estamos a principios del mes de julio el joven vasco acumula ya más ganancias que en todo el año 2015, hasta hoy su mejor temporada como profesional.

En efecto, si finalizaba la temporada 2015 con un acumulado de algo más de 222.000 euros, en el puesto 118º de la Race to Dubai, después del Open de Francia suma ya en la actualidad algo más de 245.000 euros, ascendiendo provisionalmente al puesto 70º de la Race y superando su techo. De este modo, y atendiendo a lo que hizo falta el año pasado para salvar los derechos de juego en el European Tour (objetivo que Adrián no consiguió por muy poco, aunque luego los recuperaría en la Escuela), que fueron en torno a 250.000, puede decirse que él ya tiene prácticamente rematada esa labor, la primera que debe cerrar un jugador profesional.

El caso es que uno nunca sabe dónde y cómo podrá comenzar a recoger decididamente los frutos de un trabajo bien hecho. En este sentido, la historia de Adrián en 2016 es de lo más curiosa. Hace casi dos meses, el pasado 5 de mayo, Adrián Otaegui estaba en Rabat jugando la primera jornada del Trofeo Hassan II, torneo del circuito europeo. Hasta ese momento su temporada no terminaba de arrancar (había jugado ya nueve torneos y sólo había pasado tres cortes, siendo su mejor final un puesto 38º en el Open de España), y las cosas no parecían mejorar en tierras africanas, más bien todo lo contrario: pasado el meridiano de la primera ronda el vasco acumulaba ya un parcial de +6. Casi estaba diciendo adiós al torneo antes de tiempo, porque el campo, el Royal Golf Dar es Salam, todo un monstruito, y las condiciones de juego, muy complicadas por el agua y el viento, no invitaban precisamente a pensar en remontadas…

Sin embargo, caminando hacia el tee del hoyo 1 (había salido por el 10) Adriánn sufrió un calentón, como vulgarmente se dice, que en este caso resultó ser algo así como una revelación. No pensaba rendirse… Apretó los dientes y, con una furia apenas controlada, afrontó la segunda mitad de la ronda con mayor determinación. Fuera miedos. Aquellos nueve hoyos los liquidaba en 31 golpes, con cinco birdies, y se metía de nuevo en faena.

En la segunda jornada, más de lo mismo. Tras unos primeros nueve hoyos frustrantes, con un doble bogey en su tarjeta, volvía a reaccionar con cuatro birdies en apenas cinco hoyos por los segundos nueve… En la tercera ronda, un nuevo calentón vivificador: firmaba un parcial de +6 por los primeros nueve y reaccionaba al alza por los segundos para amortiguar el daño. Algo parecido volvería a ocurrirle en la cuarta y definitiva jornada: a un bogey y doble bogey en los hoyos 8 y 9 respondía con tres birdies en los siguientes cuatro hoyos. Así, a tirones de furia, fue recomponiendo su confianza, llevándola a otro nivel hasta el punto de pulir la misma consistencia de su juego, tal y como se seguiría demostrando en semanas sucesivas, pues iba a firmar un pleno de cinco cortes pasados en cinco torneos, culminando la serie con un segundo puesto en Austria, su mejor resultado como profesional.