La lesión de Westwood, paradójicamente lo hace posible.
El día 1 de noviembre, cuando se cumplirán 281 semanas consecutivas de reinado y 623 en total, Tiger Woods cederá, al menos por una semana, el cetro del golf mundial que irá a parar a manos del inglés Lee Westwood.
El enrevesado sistema que rige el ránking mundial -puntúan los resultados de los dos últimos años que van perdiendo valor progresivamente y se divide por el número de torneos- arroja una fabulosa paradoja: Westwood se beneficiará de una lesión. Al británico se le reprodujeron ayer los problemas en el tobillo, que pusieron en duda su presencia en la Ryder Cup, y ha anunciado que no jugará la próxima semana en Portugal.
Si hubiese jugado el torneo del Algarve, hubiese añadido un torneo más a su divisor (actualmente divide por 47) y hubiese necesitado pasar el corte como mínimo, aunque, al mismo tiempo, podía haber adelantado al lunes 17 su llegada a la cima si en el Masters de Portugal hubiera acabado entre los cuatro primeros.
En todo este galimatías interviene un factor decisivo: Tiger Woods no volverá a los campos de golf hasta el 4 de noviembre en Shanghai, donde se disputa el HSBC. Si la megaestrella decide cambiar sobre la marcha de opinión y jugar algún torneo -poco probable pues ya lo ha anunciado en su página web-, aún podría rescatar el cetro.
Westwood se convertirá en el primer europeo en la era Tiger que alcanza el número 1 del golf mundial, pues desde el 30 de enero de 1994 cuando lo ocupó Nick Faldo por última vez, ningún golfista del Viejo Continente ha vuelto a liderar el ránking mundial.