El guipuzcoano entra en la lista más prestigiosa y restringida del golf

El nombre de José María Olazabal ya figura en la selecta lista del ‘Hall of Fame’, después de que el deportista guipuzcoano más internacional fuera reconocido oficialmente como miembro de tan prestigioso club. Olazabal fue investido ayer como miembro del Salón de la Fama en el transcurso de una ceremonia celebrada en el World Golf Village, en St. Augustine (Florida, EE UU).
Junto a Olazabal, el Salón de la Fama acoge como nuevos miembros a Lanny Wadkins, Christy O’Connor y al ya fallecido ex presidente de Estados Unidos Dwight D. Eisenhower.
El golfista de Hondarribia se une así a la selecta lista de los hombres y mujeres más destacados a lo largo de la historia de este deporte y vuelve a juntar su nombre, una vez más, al de Severiano Ballesteros, que era el único representante español en la lista. Precisamente, Olazabal deseaba ser presentado por el cántabro en la ceremonia de investidura, pero debido a su delicado estado de salud, Ballesteros sólo estuvo presente a través de un emotivo vídeo grabado para la ocasión.
Los méritos de Olazabal para entrar en el Salón de la Fama del golf son evidentes. El guipuzcoano ha sido y es un modelo como deportista profesional, tanto por su dominio del juego como por su comportamiento dentro y fuera del campo. El palmarés de Olazabal incluye dos Masters de Augusta, treinta victorias repartidas por campos de todo el mundo y una trayectoria de leyenda en la Ryder Cup, que le sitúa como segundo jugador con mejor promedio de victorias del equipo europeo.
Coraje y determinación
Pero el guipuzcoano además ha dejado huella por la pasión con la que vive su deporte, su espíritu de lucha y su combate contra la adversidad, siempre con una conducta ejemplar. «Dos palabras resumen la carrera de Ollie: coraje y determinación», dijo de él el director del Tour europeo. «Me recuerda a los gladiadores cuando se enfrentaban a los leones. No sabes cómo pero salían vencedores. Siempre ha sido un luchador nato», en palabras del gurú Butch Harmon. «Ha sido un gran campeón, uno de los grandes embajadores del golf», según el presidente del World Golf of Fame.
Los elogios son unánimes, pero Olazabal acepta el galardón con humildad. «Hay jugadores muy importantes en el Hall, como Player, Nicklaus, Palmer y otros tantos. Estoy asustado sólo de pensar que voy a formar parte de esto», admitió. «Estoy deslumbrado, tener mi nombre aquí grabado en una placa es algo muy especial».
Pero es que además, el reconocimiento le llega al maestro guipuzcoano en un momento delicado de su carrera. A los 43 años, Olazabal pelea por mantener su tarjeta, cuya exención tras la victoria en el Masters de 1999 finaliza este año, mientras lucha contra el dolor que le produce una artritis reumatoide que le afecta a las manos, los hombros y las caderas. En Castellón, a finales del mes pasado, incluso su buen juego le sorprendió «porque no puedo entrenar y prepararme».
«No me planteo nada de aquí al final de la temporada», declaró. «Soy realista. En los torneos hay que jugar cuatro vueltas y es muy difícil tener los cuatro días buenos. Estar en el Hall of Fame es un reconocimiento precioso. Que esto llegue ahora, cuando mi situación física es complicada y piensas que el final de mi carrera pueda estar cerca, me viene realmente muy bien».
Su carrera deportiva, su rebeldía contra los castigos del destino y su caballerosidad han sido siempre ejemplares y le han valido la entrada en el Hall of Fame. Como reconoció una vez, «ahora miro atrás y me doy cuenta de que lo conseguido no está nada mal».